lunes, 20 de julio de 2009

Lucha de gilip... digo, gigantes

Es gracioso como han pasado los años, las vueltas que da la vida (vaya tarde de bolero más tonta que me ha asaltado) y aún así, se mantienen en la vida las mismas estructuras estamentarias que se forman en los institutos. Lo que es peor, las de los High School americanos que vimos en "Sensación de vivir". No somos originales ni para copiar y, encima, importamos los modos foráneos de una vida que nos han enseñado en televisión.

Las cosas como son, hay guays en todas partes, ese tipo de gente que se cree que son lo más de lo más por el simple hecho de haber nacido por el coño de su madre (como el principito de Asturies) Ellos se creen que, por el mero hecho de dirigir su atención a ti, simple mortal, deberías empezar a saltar y dar palmas con las orejas. Y una mueca de decepción se pinta en su rostro cuando, apenas les prestas más atención que la que ellos te prestan habitualmente. Luego está el segundo estamento, los que quieren ser guays y no pueden o no les sale tan bien con al estamento superior. Su relación con la "elite" es paradójica, se aman y se odian a partes iguales, se declaran la guerra para después firmar la paz. Y es curiosa también las sinergias internas que se producen dentro del segundo estamento, plagadas de pequeña puyas que tratan de parecer bromas cuando están en realidad cargadas de la dañina ponzoña de la desconfianza, en ocasiones azuzada por el intento de alcanzar la complicidad con alguno de los elementos pertenecientes al primer estamento. Por ultimo está el tercer estamento, los parias, los desheredados. Aquellos a los que los otros dos estamentos tratan como escoria intentando ignorar su existencia. Su papel en ésta tragicomedia se construye en función de que sean conscientes o no de la consideración que le tienen sus compañeros. Si no sabe su situación, es probable que trate desesperadamente de ganarse el favor de los estamentos superiores en un vano intento de ascender en el escalafón sin apenas darse cuenta de que se convierte en el blanco de comentarios malsanos y maliciosos. Si, por el contrario, el elemento perteneciente al tercer estamento, sabe cuál es su papel y el lugar en el que se encuentra, de pronto descubre el inenarrable placer de convertirse en testigo, en convidado de piedra de tramas vodevilescas, que a veces te hacen gracia, otras tienen la suficiente chicha como para hacer algún comentario jocoso, la más de las veces llegan a tal nivel de patetismo que se convierten en la comidilla del día por el mero placer del criticar por criticar.

Lo más triste de todo este paramento medieval con el que se tratan de sostener nuestras relaciones sociales, es la incapacidad de cada una de las partes de percatarse de que ninguno somos actores principales, no interpretamos el papel principal por el que nos van a dar un Oscar, ni siquiera el de secundario. Pero no lo podemos evitar y soñamos con que, algún día, nos echaran del escenario mientras nos alargamos en nuestro discurso de agradecimiento.

mp3: Nacha Pop "Lucha de gigantes"

 

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