Ella la odiaba con la vehemencia usada para demonizar todo aquello que no se ajusta a nuestros cánones.
Ella la tenía una manía que se convertía en una molestia física que empezaba en el estómago y llegaba hasta la boca, donde se depositaba con el sabor de la hiel.
Pero se sonreían cada vez que el viento cruzaba sus caminos por las calles.
1 comentario:
Te he dicho alguna vez que me encantas?
Lo dicho. :)
Publicar un comentario