martes, 4 de agosto de 2009

De viaje

20080707145449-carretera

Si el coche hubiera sido descapotable, la experiencia habría sido perfecta.

Escuchando una cinta de viejos éxitos grabados de la radio cuando aún éramos adolescentes y en los labios el sabor de la boca del otro. Apenas conocíamos nuestros nombres pero nos comportábamos como dos enamorados. Sólo la carretera y el sonido rasposo de una mala grabación. Sólo la carretera, el horizonte y una compañía accidental.

En una ciudad que nadie recuerda encontramos donde comprar una guerrera de un país que ya no existe. No éramos dueños del mundo pero sí éramos propietarios de nuestros sueños, al menos, hasta donde nos durara la gasolina.

La tarde del tercer día vimos en el porche de una casa con el cartel de "Se vende" una mujer que tejía compulsivamente a ganchillo una especie de patucos. Sus manos estaban tan acostumbradas a la tarea que no necesitaba mirar lo que hacía, dejaba vagar su mirada hacia el horizonte pero no nos prestó atención cuando nos detuvimos a contemplarla.

Otro día recogimos a un autoestopista, un surfero con una sonrisa tan grande que no nos cabía en el coche. Cuando nos detuvimos en una gasolinera salió corriendo sin despedirse, a tal velocidad que casi creíamos haberlo soñado, de no ser por la arena que había en el asiento de atrás del coche.

Tu conversación muchas veces comenzaban con la carencia de autoestima de la gente, que necesita hacer daño para reafirmarse. Yo te contestaba que a mí las heridas me cicatrizaban rápido. Tu decías que las cicatrices imprimían personalidad.

En aquél pueblo de la costa te hice una fotografía con una cámara desechable. Tu con las nubes detrás. He de confesar que nunca llegué a revelar aquél carrete. Pero recuerdo los sueños que se asomaban en tus ojos.

No había ninguna clase de compromiso que nos atara el uno al otro, tal vez por eso, nos acompañábamos, juntando dos soledades para que se hicieran más llevaderas, para que pesaran menos, para que no dolieran tanto.

No teníamos un destino concreto, pero una vez llegamos a aquél lugar supimos que se había acabado. Nos despedimos con un beso y un lacónico adiós. Te alejaste, dejándome en aquél campo de girasoles.

zonnebloem_b

mp3: Los Planetas "De viaje"

No hay comentarios: