Primero, los zapatos,
víctimas inermes de tu desprecio.
En tu boca
el simulacro de una sonrisa
antes de empañarse
con el jersey
y convertirse en una mueca.
Tras la camisa,
tu piel de trigo,
geografía desconocida;
terra incognita
en cualquier mapa
a escala 1:25.000.
Cinturón.
Botón.
Cremallera.
Tus escurridas caderas
al final de tus piernas.
Tu ropa interior
como telón de fondo.
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