domingo, 31 de agosto de 2014

Fausto

Hay momentos

en que eres tan inocente

como un niño

con una granada en el bolsillo.


Otras veces

tus labios

se desvelan como minas.


Desconcierto.


Y tus gestos

abarcan todo el espacio

todo el tiempo

y me robas

el horizonte.


Anhelo.


Cuando me despisto

descubro la traición

de un temblor

-leve-

en tus palabras.


Escarnio sobre tus labios.


Y el reloj avanza.


No puedo suponer

ni imaginar

otra forma de odiarte

más que fingir desprecio.


Desconcierto.


Es que no sé por donde vienes.


Es que no sé adonde vas.


¿Crees que en algún momento

podrás devolverme el alma?




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